Compasión y Espiritualidad
¿Alguna vez una persona ha sido amable contigo cuando tenías un mal día?
¿Te has sentido triste en alguna ocasión y la sonrisa de alguien cambió tu estado?
Esto son solo un par de ejemplos de porque sería recomendable realizar la práctica de la compasión. Deberíamos tratar a todas las personas desde la amabilidad y el amor, ya que no puedes saber qué momento está atravesando esa persona.
Para poder llevar a cabo este tipo de actos, tenemos que estar en concordancia con nuestro ser, ya que esta energía nace de nuestra más profunda esencia donde yacen el perdón, la aceptación y la compasión.
Autocompasión: la clave
La clave es que realicemos de forma habitual un ejercicio de autocompasión hacia nuestro ser más espiritual para poder lograr llevar a cabo acciones empáticas hacia otros. Para ello tenemos que estar en el momento presente y mirar al otro desde el amor, como si fuera un niño pequeño herido (y tal vez en su interior sea así).
Para aportar algo de perspectiva me gustaría añadir la siguiente reflexión. Hace algunos años, las comunidades vecinales y municipios tenían una mayor identidad local, y las relaciones entre las personas eran más estrechas, lo que permitía generar mayores situaciones compasivas.
En estos días, la sociedad presenta mayores densidades de población en grandes ciudades que contienen multitud de individuos que viven deslocalizados con su ambiente vecinal. Además, debido al ritmo de vida actual no se dedica quizás el tiempo necesario a las personas de cada entorno.
Tenemos que ser conscientes de las consecuencias de nuestro actos y de nuestras palabras. ¿Qué tipo de comunidad queremos? ¿De que tipo de personas me gustaría rodearme?
Aunque no lo creas, con gestos muy sencillos podemos tocar y ayudar a muchas personas simplemente con el mero hecho de estar predispuestas a escuchar, empatizar y tratar con amabilidad y compasión a cualquiera que se cruce en nuestro camino.